¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?
(San Mateo 16, 26)
Y el alma se pierde cuando no asumimos nuestras responsabilidades; cuando quienes dependen de nosotr@s deben compensar nuestras debilidades; cuando la madurez pasa de largo porque no hemos preparado su hueco en el armario.
Tener hij@s es un gran acto de generosidad: reconocer que estos son para la vida y que algún día formarán parte de ella más que de nosostr@s. Pero hasta ese momento no pueden ni deben ser testigos ni cómplices de nuestros miedos, temores y complejos.
Intentar compensarles regalándoles un mundo cuando no podemos llenar su alma de la paz y la alegría que merecen se puede considerar una muestra de irresponsabilidad.
Tal afirmación, conocida y reconocida por las familias es, por el contrario, muy poco asumida. La vorágine del día a día la convierte en un estorbo, pensar en ella nos obligaría a parar y comenzar una andadura hacía nuestro interior. Por ello, es necesaria una apuesta por reconocernos, mostrar nuestros miedos y frustraciones para ir resolviendo e impedir que sean nuestros hij@s quienes carguen con nuestra mochila.
Patricia
2 comentarios:
Gracias Laura, cuanto compromiso en esta entrada. ..."apuesta por reconocernos, mostrar nuestros miedos y frustraciones para ir resolviendo e impedir que sean nuestros hij@s quienes carguen con nuestra mochila."
Coincido totalmente con la propuesta.
Abrazo de luz, Mirta
Muchas gracias, Dara. No sabes lo bien que sienta leer palabras como las que nos has dedicado. Nos anima a seguir!
Seguimos la andadura juntas! :)
Muchas gracias, Mirta. Qué compromiso es tener hijos/as!!!
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