Hola, seguidores de naskendi bienestar…
En esta ocasión no quiero desvelaros el tema de la lectura de hoy. Me gustaría que dejaseis vuestros comentarios acerca de la enseñanza que nos muestra…
¡Disfrutad de este nuevo aprendizaje!
Aquí va el relato:
Había una vez un rey cuya riqueza y poder eran tan inmensos, como eran de inmensas su tristeza y desazón.
-Daré la mitad de mi reino a quien consiga ayudarme a sanar las angustias de mis tristes noches- dijo un día.
Quizás más interesados en el dinero que podían conseguir que en la salud del Rey, los consejeros de la corte decidieron ponerse en campaña y no detenerse hasta encontrar la cura para el sufrimiento real. Desde los confines de la tierra mandaron traer a los sabios más prestigiosos y a los magos más poderosos de entonces, para ayudarles a encontrar el remedio buscado.
Pero todo fue en vano, nadie sabía cómo curar al monarca.
Una tarde, finalmente, apareció un viejo sabio que les dijo: -si encontráis en el reino un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Tiene que ser alguien que se sienta completamente satisfecho, que nada le falte y que tenga acceso a todo lo que necesita.
-Cuando lo halléis- siguió el anciano- pedidle su camisa y traedla a palacio. Decidle al rey que duerma una noche entera vestido solo con esa prenda. Os aseguro que mañana despertará curado.
Los consejeros se abocaron de lleno y con completa dedicación a la búsqueda de un hombre feliz, aunque ya sabían que la tarea no resultaría fácil.
En efecto, el hombre que era rico, estaba enfermo; el que gozaba de buena salud, era pobre. Aquel, rico y sano, se quejaba de su mujer y ésta, de sus hijos.
Todos los entrevistados coincidían en que algo les faltaba para ser totalmente felices aunque nunca se ponían de acuerdo en aquello que les faltaba.
Finalmente, una noche, muy tarde, un mensajero llegó al palacio. Habían encontrado al hombre tan interesantemente buscado. Se trataba de un humilde campesino que vivía al norte en la zona más árida del reino. Cuando el monarca fue informado del hallazgo, se llenó de alegría e inmediatamente mandó que le trajeran la camisa de aquel hombre, a cambio de la cual deberían darle al campesino cualquier cosa que pidiera.
Los enviados se presentaron a toda prisa en la casa de aquel hombre para comprarle la camisa y, si era necesario –se decían- se la quitarían por la fuerza...
El rey tardó mucho en sanar de su tristeza. De hecho, su mal se agravó bastante cuando se enteró de que el hombre más feliz de su reino, quizás el único totalmente feliz, era tan pobre, tan pobre... que no tenía ni siquiera una camisa.
Leon Tolstoi
4 comentarios:
¡¡¡Da que pensar!!! Bonita historia
Pues la verdad es que es una historia preciosa, hace pensar mucho...principalmente en la cantidad de cosas que tenemos hoy en día y la poca relación que tienen con nuestro grado, o no, de Felicidad.
Mucahs gracias Laura por compartirla con nosotros.
Muchas gracias por seguir el blog cada semana. Me alegro de que os haya gustado y hecho pensar!!
Un abrazo muy fuerte :)
Una lectura preciosa. Me sirve de inspiración y creo que la usarén en mi trabajo con Mayores.
Gracias!!
Elena
Publicar un comentario