domingo, 29 de junio de 2014

No te engañes... tú también haces sufrir

Hoy quiero proponeros una reflexión que se me ocurrió porque este fin de semana estuve en una boda. Conocí a gente nueva y tuve estupendas conversaciones. Y en una de ellas, una mujer muy guapa y llena de vida me contaba que tenía 40 años, estaba divorciada y tenía dos hijos (el mayor de 18 años). Quienes estábamos en la conversación le devolvíamos lo maravillosa que estaba y lo poco que aparentaba tener 40 años, y mucho menos dos hijos de esas edades.  
La cosa es que ella nos confesó que esa belleza externa que nosotros/as veíamos, era el reflejo de lo bien que se sentía por dentro. Sin embargo no siempre había sido así. Su vida no había sido nada fácil. Había sido madre joven, en un pueblo andaluz, donde la criticaron por ese hecho, separada después, y estuvo en boca de todo el mundo durante años. Me confesaba que vivir de acuerdo a lo que se esperaba de ella era lo único que podía salvarla del escarnio... a los 30 años decidió marcharse y ser libre, feliz por fin en otro lugar. Decisiones duras que tuvo que tomar porque la presión era muy muy grande. 

Y yo pensaba después en lo difícil que debió de ser para ella, tan joven y con dos niños; y llegar a tomar decisiones que le cambiarían la vida, y traerían otras consecuencias. Y todo porque otras personas no podían respetar sus equivocaciones, elecciones y decisiones.

Pero claro, de repente me di cuenta de que todos/as hacemos eso en el día a día con quienes tenemos cerca. La gran mayoría de veces sin ser conscientes de esa actitud nuestra, pero ahí está... 
Es posible que no en casos como el de esta chica, pero sí en otros más triviales, más ligeros. 

Yo te animo a que revises tus últimas semanas y te plantees en qué momentos has podido ejercer presión sobre otra persona sólo por no haber entendido su elección, o por no haberla respetado plenamente. Incluso me atrevo a que lo cambies y le des la vuelta a la situación. Estoy absolutamente segura de que la persona que reciba tu cambio te devolverá sólo cosas buenas. 

Nuestras creencias y valores nos marcan el camino a seguir, pero sólo el nuestro. Otras personas tienen sus propios valores y por ello también sus propias sendas a seguir. Y no es malo, sólo distinto... Al final lo único importante es que nos respetemos y que nos juntemos con aquellas personas que comparten nuestra forma de ver la vida y de vivir. No es necesario que seamos iguales... En realidad, somos distintos. ¡¡Y menos mal!!
Recuerda que no hay un único camino... y disfruta del aprendizaje.

sábado, 21 de junio de 2014

¿Sabes cómo se quita el miedo?

La vida es una caja de sorpresas. Ya lo decía Forrest. Yo desde que fui mamá, aprendo y aprendo, y disfruto de sorpresas preciosas... y me gusta que quienes sois papás y mamás, o educadores /as podáis vivir esas sorpresas tan entrañables.

Hoy quiero contaros una anécdota que me ocurrió hace unos días con mi hija. Ella estaba jugando con otros niños en un PlayKing. Yo estaba hablando con otros papás y mamás mientras tomábamos nuestras hamburguesas. De repente apareció de la nada, angustiada y diciendo: "Mamá, no puedo subirme al "castillo". ¡Me da miedo! ¡Está muy alto!".  Su cara lo decía todo... Se veían sus ganas de subir pero también se percibía el miedo intenso a hacerlo... Sin más le dije: "¿Sabes cómo se quita el miedo? Se quita haciendo eso que te da miedo. Así desaparece. ¿Quieres probarlo? Ve y sube sin pensarlo". Me miró muy seria y me dijo confiando en mis palabras: "Vale".  ¡Y se fue!
Al cabo de unos minutos vino corriendo a mi y me dijo: "Mamá!!!  he subido!! no tengo miedo!!!"
También en esta ocasión su cara lo decía todo: se sentía LIBERADA. No podía ser más feliz. Se pasó la tarde subiendo y bajando del castillo improvisado. 

Para mi la clave estuvo en su CONFIANZA. Confió en mis palabras y también en que lo lograría. Y no hubo más. El resto fue historia. 

Las personas adultas también tenemos la opción de CREER, de CONFIAR. Porque es una opción. Al igual que no creer o no confiar. Lo que pasa es que una te lleva más lejos que la otra. 

Yo escojo la primera. Al menos viviré más experiencias. La vida se trata de vivir. Mejor dicho... VIVIR.

¿Y tú?¿Qué decides?

martes, 10 de junio de 2014

Sin miedo a lo que venga...

Lo primero que quiero es disculparme por la tardanza en escribir. He tenido unos meses realmente movidos y mis tiempos se han visto reducidos por las mil y una cosas que tenía entre manos. Sigo con mucho lío, pero no quería dejar pasar más tiempo. Gracias por vuestra paciencia :)

Hace unos días me ocurrió algo que me sirvió de aprendizaje. Fue una cosa sencilla, de esas que seguramente pasan a diario y de las que no nos percatamos. Sin embargo, esta vez tuve la suerte de darme cuenta y tomar el aprendizaje que de eso salió...  Mejor os cuento:

Estábamos cenando mi marido y yo una noche de estas.Ya habíamos llegado al postre. Él había escogido unos nísperos, y yo le observaba en medio de la conversación que manteníamos. Hasta aquí todo normal :)
Cogió el primer níspero, le dio un buen bocado y de repente le cambió el gesto. Estaba amargo... su cara lo decía todo. Sin más, lo dejó en su plato y cogió el siguiente. Para mi sorpresa, con rapidez y sin temor a repetir la experiencia, mordió con gusto el siguiente níspero. Yo pensaba (inconscientemente según me di cuenta) que mordería con miedo o con desconfianza la siguiente fruta, pero no! ni se lo pensó no le condicionó para nada la experiencia. Como si de sucesos independientes (en probabilidad matemática) se tratara... así trató al níspero segundón. Y es que... ¡¡¡eran sucesos independientes!!!

¡Me encantó! 

¡¿Cuántas veces hacemos algo, fracasamos y no volvemos a repetir la operación por miedo a obtener el mismo resultado?!
¡¿Cuántas veces vamos con miedo a hacer aquello que nos explotó en la cara cuando no lo esperábamos?!

Cuando la situación es distinta, los elementos son distintos y nosotros/as mismos/as somos distintos.... ¿por qué temer? ojalá nos llenáramos de confianza en el futuro, en la vida, en nosotros/as cada vez que hacemos las cosas... 

Yo me cuestioné mis comportamientos gracias a ese simple momento. Para mi fue revelador. Y he decidido decidir cómo vivir las segundas experiencias. 

¿Y tú?, ¿qué decides?