La vida es una caja de sorpresas. Ya lo decía Forrest. Yo desde que fui mamá, aprendo y aprendo, y disfruto de sorpresas preciosas... y me gusta que quienes sois papás y mamás, o educadores /as podáis vivir esas sorpresas tan entrañables.
Hoy quiero contaros una anécdota que me ocurrió hace unos días con mi hija. Ella estaba jugando con otros niños en un PlayKing. Yo estaba hablando con otros papás y mamás mientras tomábamos nuestras hamburguesas. De repente apareció de la nada, angustiada y diciendo: "Mamá, no puedo subirme al "castillo". ¡Me da miedo! ¡Está muy alto!". Su cara lo decía todo... Se veían sus ganas de subir pero también se percibía el miedo intenso a hacerlo... Sin más le dije: "¿Sabes cómo se quita el miedo? Se quita haciendo eso que te da miedo. Así desaparece. ¿Quieres probarlo? Ve y sube sin pensarlo". Me miró muy seria y me dijo confiando en mis palabras: "Vale". ¡Y se fue!
Al cabo de unos minutos vino corriendo a mi y me dijo: "Mamá!!! he subido!! no tengo miedo!!!"
También en esta ocasión su cara lo decía todo: se sentía LIBERADA. No podía ser más feliz. Se pasó la tarde subiendo y bajando del castillo improvisado.
Para mi la clave estuvo en su CONFIANZA. Confió en mis palabras y también en que lo lograría. Y no hubo más. El resto fue historia.
Las personas adultas también tenemos la opción de CREER, de CONFIAR. Porque es una opción. Al igual que no creer o no confiar. Lo que pasa es que una te lleva más lejos que la otra.
Yo escojo la primera. Al menos viviré más experiencias. La vida se trata de vivir. Mejor dicho... VIVIR.
¿Y tú?¿Qué decides?
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