Hoy en día vivimos inmersos/as en la prisa, la velocidad, las cosas inmediatas... eso impide que nos paremos a pensar. Pero es necesario. También impide que le demos entidad a nuestras emociones, que las escuchemos y que les pongamos un nombre.
Hace unos meses llegué a esta conclusión por medio de una charla con una amiga que se encontraba muy agobiada con su proyecto profesional. Mi amiga es una persona responsable, con un sentido acusado del deber y con mucha ilusión por crear un proyecto muy bonito. Llevaba años dándole vueltas a la idea, pensando que debía hacerlo y sintiendo que el tiempo se le escapaba. La realidad es que todas sus circunstancias vitales la llevaban en otra dirección, se interponían en su camino y ella luchaba por sacar adelante algo que dificilmente conseguiría.
A medida que avanzaba nuestra charla y ella exponía sus ansiedades, miedos y circunstancias, nos íbamos dando cuenta de lo poco apropiado que era tratar de imponerse a una realidad que se imponía una y otra vez. De repente, lo vimos claro: ¿era necesario sacar adelante ese proyecto en ese momento de su vida? No, no lo era. Lo cierto era que casi se había autoimpuesto desarrollar su idea ya que le había dedicado mucho tiempo en el pasado. Pero no era necesario. Llegar a esa conclusión le liberó de toda ansiedad y le permitió recolocarse de nuevo en su vida personal y profesional.
Y tú, ¿estás haciendo lo realmente necesario? ¿lo que debes? ¿lo que te hace feliz?
Disfruta del camino que es la vida y dale espacio a tus emociones, párate a pensar qué está pasando en ti y ponle nombre. Reflexiona por un momento y si es necesario, cambia las cosas.
Estás aqui para ser feliz; no lo olvides.
Disfruta del camino que es la vida y dale espacio a tus emociones, párate a pensar qué está pasando en ti y ponle nombre. Reflexiona por un momento y si es necesario, cambia las cosas.
Estás aqui para ser feliz; no lo olvides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario