Esto de ser mamá es una maravilla. A mi me ha hecho redescubrir mi lado más dulce y cariñoso, pero siendo honesta, también las partes más débiles y vulnerables. Soy psicóloga, sí, pero también persona. Y aunque tengo conocimientos y herramientas para gestionar muchas situaciones, las emociones pueden jugarme malas pasadas...
Imagino que no entendéis de qué os hablo... Bien, os lo cuento porque estoy segura de que muchas de las personas que leéis esto sois papás y mamás, que en el día a día tratan de hacer las cosas lo mejor posible con sus hijos e hijas, pero que no siempre os vais a la cama con la satisfacción de haberlo hecho tan tan bien...
Hace unos días, cuando recogía a mi hija del cole, pasamos al lado de una mamá con su hijo, y cuando estábamos a su altura escuché este monólogo:
- ¡Vamos hijo! ¡que tenemos prisa! Madre mía... ¡vamos! ¿es que no puedes andar más deprisa? ¡no vamos a llegar nunca!
El niño iba disfrutando de su tentempié tras una jornada agotadora en el cole, y al lado de su madre, a la que miraba sin entender nada.
Imagino que esta situación os resulta familiar porque las personas adultas casi siempre vamos con hora, con prisas y con la cabeza en lo siguiente que vamos a hacer.
Bien, pues quiero aportaros una pregunta que a mi me ha ayudado mucho como mamá, y que me encantaría os sirviera para gestionar vuestra emociones cuando estéis frente a vuestros/as hijos/as: ¿Es tu necesidad o la de ellos/as?
Pues si es tu necesidad, también es tu problema. Me explico: ¿Por qué tienen que pagar ellos/as las consecuencias de que hayas puesto actividades, o citas o lo que sea sin tiempo para que tu hijo/a se tome con calma la merienda? ¿o de que vivan corriendo porque tú quieras cumplir con tus compromisos? ¿No sería mejor que te gestionaras mejor: te pongas actividades con tiempo para no ir con la lengua fuera tú y ellos/as? ¿o que salgas con tiempo para que tu relación con tu peque no se vea afectada por cosas que en el fondo son menos importantes? porque en el fondo, pocas cosas son tan importantes como tu vínculo con tu hijo o hija, ¿o me equivoco?
Como decía al principio, todas las personas vivimos estas situaciones a diario, y yo la primera si no me cuestiono. Y es que, en el fondo, sabemos que lo estamos haciendo regular en esas ocasiones, pero no escuchamos a esa voz que nos advierte y nos invita a bajar el ritmo, o el tono de nuestras palabras, o lo que sea que estamos vertiendo sobre nuestros/as hijos/as.
Como profesional, pero sobre todo como mamá y como persona, quiero invitarte a que practiques esta pregunta contigo mismo/a y luego me cuentes qué tal te ha ido. Seguro que te cambia el estado de ánimo, de humor e incluso mejora tu relación con tus hijos/as. ¡A mi y a quienes me han consultado le ha servido mucho!
¡DISFRUTA DE LOS MOMENTOS CON TUS PEQUES! ¡SON IRRECUPERABLES!