“El miedo a envejecer nace del reconocimiento de que uno no está viviendo la vida que desea. Es equivalente a la sensación de estar usando mal el presente.”
Susan Sontag
El miedo a envejecer es uno de los grandes fantasmas de nuestra sociedad, que lucha por esconder los signos del paso del tiempo. Más que nunca en este momento de la Humanidad se busca la estética, la imagen, la perpetua juventud, y eso tiene sus consecuencias. Esta tendencia nos condiciona en nuestro día a día, en nuestras elecciones, en cómo nos relacionamos, en nuestro autoconcepto, y nos ponemos en muchos casos, al servicio de esa “belleza ideal”. Por otro lado, estamos asentados/as sobre la productividad, el consumo y el individualismo. Todo esto unido, propicia que vivamos en la eterna incoherencia de buscar lo imperecedero que nos muestra la imagen, mientras que el materialismo hace que cambiemos nuestros objetos de manera constante, y hagamos adquisiciones innecesarias en muchos casos. No valoramos lo antiguo, lo que ha sufrido el paso del tiempo, lo que tiene una trayectoria. Lo consideramos inútil, desfasado, y vacío de interés. Así pasa también con nuestros ancianos y ancianas, con nuestra vejez, con nuestro propio envejecimiento. Nuestra sociedad no quiere ver la realidad de la muerte, de la decadencia física del ser humano, y vivimos mirando hacia otro lado, evitando tener en cuenta esa certeza. Y es que esa etapa de nuestra vida supone para nosotras/os, la sensación de no ser útiles para la comunidad, además de un conjunto de pérdidas sociales (compañeros/as de vida y su duelo correspondiente, amistades, aislamiento) y físicas (enfermedades crónicas, dolores persistentes, limitación motora, etc) para las que no nos hemos preparado psicológicamente.
Para la mujer es más agresivo todo este proceso, porque los requisitos son más altos. No es casualidad que desde muy pronto se nos lancen mensajes publicitarios sobre productos cosméticos, o se nos cuenten las bondades de la cirugía estética.
Nos ponemos las cosas difíciles, la verdad. Y el envejecimiento llega, inevitablemente y como parte del desarrollo exitoso de la vida. Más que un pesar, debe ser la recompensa a una vida vivida, a una colección de momentos, de experiencias y de recuerdos. Podemos comenzar hoy mismo a cambiar la visión que tenemos acerca de la vejez, a dejar de lado las ideas erróneas, mitos y prejuicios acerca ella, y que perjudican el buen envejecer. Podemos comenzar a aceptar que esa etapa es parte de nuestro ciclo vital, del de todas las personas, y que también tiene aspectos positivos y muy valorables. Podemos prevenir la situación de dependencia, acompañar nuestra vida de oportunidades de participación, de salud a través de nuestros hábitos, y de seguridad. Podemos mantener nuestro compromiso con la vida, focalizando nuestros intereses en la familia, la vida cotidiana y sus actividades, en las relaciones sociales y actividades gratificantes. Podemos envejecer activamente, mantenernos enérgicos/as, con autonomía, vivir el tiempo libre de manera positiva, buscar nuevos aprendizajes. En definitiva, tener proyectos vitales y tratar de cumplirlos.
Pero todo esto debe comenzar hoy, mejor que mañana.
Laura
2 comentarios:
¡Hola Laura! Gracias por traernos a la memoria tu post. Me gusta mucho la reflexión que haces en él y creo que la debemos tener presente todos, aunque los más jóvenes suelen ver esto muy lejos.
Mantener la mente y el cuerpo activos es una receta básica para intentar llegar lo mejor posible a esos años que tanto tememos. Yo lo intento cada día. Alimentar mi mente, aprender cada día algo nuevo, intentar inventar o cambiar cosas con frecuencia, realizar actividades de ocio placenteras, relativizar los conflictos, minimizar el estrés... ¡Ahí vamos, jeje...! Un abrazo!!!
¡Hola MPaz!
Muchas gracias por tomarte el tiempo de comentar... sé que estás muy ocupada!
Qué importante es saber envejecer, verdad? a mi me lo parece. Pero para eso creo que también hay que esforzarse en vivir una buena vida antes... todo cuenta! Antes, ahora y después.
Un beso!!
Laura
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