Como padres y madres, desde que nuestr@s hij@s nacen, nos preocupamos de si serán felices o no en el futuro, de si alcanzarán el éxito profesional y de muchas otras cuestiones. Pues bien, esto que nos planteamos y que realmente nos inquieta no sólo depende de lo que conscientemente les transmitamos o de la educación que intentemos que asimilen. También depende del ejemplo vital que les proporcionemos.
A lo largo de mi práctica profesional trabajando en el ámbito de los malos tratos, he podido observar cómo muchas madres luchaban por enseñar, inútilmente, valores que ellas no practicaban. Y no eran diferentes a otras madres que vivían situaciones familiares más positivas. Ellas tenían debilidades, las propias de los seres humanos, que no solo tienen el rol de educadores.
Esto me hizo entender lo importante que es que cada uno de nosotr@s trate de ser cada día mejor persona. Pero un “ser mejor persona” bien entendido. No se trata de ser querid@ por todo el mundo, ni de ser el más candoros@ del lugar; tampoco se trata de darlo todo sin pensar en uno mism@, en un acto de total sacrificio. Consiste precisamente en respetarse, en conocer lo que es bueno aceptar del otr@ y lo que no, de conocerse bien por dentro y por fuera, y quererse con los lados oscuros y claros que tenemos. Cuando no lo hacemos, no sólo nos perjudicamos como personas, sino que, si decidimos tener hij@s, también les perjudicamos a ell@s. Probablemente les transmitamos nuestros miedos o no potenciemos su autoestima porque nosotr@s mismos no la tengamos bien, o demos ejemplo de lo que no es bueno permitir a los demás que nos hagan o digan. Ni qué decir tiene la importancia de reconocer las propias limitaciones y tratar de superarlas, de conocer nuestras reacciones y nuestra forma de relacionarnos para mejorar ese aspecto.
Los niñ@s son esponjas llenas de energía y vitalidad, que exploran el mundo y absorben todo aquello que ven, especialmente cuando eso viene de un entorno cercano. Y nuestra labor como padres y madres es la de protegerles, quererles y educarles para que sean felices y hagan felices a otros. Y eso, en muchos casos, también tiene que ver con nosotros como personas que viven y se relacionan con otros adultos/as.
En muchas ocasiones he comentado lo importante de una actitud positiva ante la vida: nos hace avanzar, ver la vida de colores alegres, nos acerca al éxito…
Por eso hoy he querido compartir una canción del grupo Taxi, que se llama “Tu oportunidad”. Está llena de optimismo, sabiduría y sobre todo, de energía positiva. Quizás en este momento de tu vida cale en ti, y te sirva para recibir ese empujón que estabas necesitando para comenzar un nuevo proyecto. O simplemente continuar con ese que te ha hecho caer… Lo importante es que recuerdes que la vida está llena de oportunidades. Y las mejores llegan tras los fracasos más dolorosos.
Fisioterapia Puerto Salud apuesta por la salud integral de las personas, por lo que ha organizado una charla amena para contaros de que va esto del crecimiento personal, cual es su importancia y beneficios. Acompaña a esta charla un breve taller demostrativo para poder valorar en la experiencia las ventajas de dedicarle, un poquito de nuestro tiempo, al trabajo de introspección y toma de consciencia, con el firme objetivo de ayudarnos a ser más felices en el día a día.
Te contaremos algunasclaves para iniciar el camino hacia la transformación personal. Además, conocerás nuestra metodología de trabajo y las diferentes propuestas de talleres. Si decides aceptar este desafío….
...te esperamos el día 24 de Febrero(miércoles), a las 19,00 horas, en el centro de Fisioterapia Puerto Salud (Pza. Mar Egeo, 15 Esquina Mar Cantábrico. Coslada)
Si el Miércoles te es imposible, tienes otra oportunidad para asistir el sábado 27 a las 10.00 hs. ¡No te lo puedes perder!
Información en 644 47 91 92
IMPORTANTE: Se solicita CONFIRMACION DE ASISTENCIA
En esta ocasión no quiero desvelaros el tema de la lectura de hoy. Me gustaría que dejaseis vuestros comentarios acerca de la enseñanza que nos muestra…
¡Disfrutad de este nuevo aprendizaje!
Aquí va el relato:
Había una vez un rey cuya riqueza y poder eran tan inmensos, como eran de inmensas su tristeza y desazón.
-Daré la mitad de mi reino a quien consiga ayudarme a sanar las angustias de mis tristes noches- dijo un día.
Quizás más interesados en el dinero que podían conseguir que en la salud del Rey, los consejeros de la corte decidieron ponerse en campaña y no detenerse hasta encontrar la cura para el sufrimiento real. Desde los confines de la tierra mandaron traer a los sabios más prestigiosos y a los magos más poderosos de entonces, para ayudarles a encontrar el remedio buscado.
Pero todo fue en vano, nadie sabía cómo curar al monarca.
Una tarde, finalmente, apareció un viejo sabio que les dijo: -si encontráis en el reino un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Tiene que ser alguien que se sienta completamente satisfecho, que nada le falte y que tenga acceso a todo lo que necesita.
-Cuando lo halléis- siguió el anciano- pedidle su camisa y traedla a palacio. Decidle al rey que duerma una noche entera vestido solo con esa prenda. Os aseguro que mañana despertará curado.
Los consejeros se abocaron de lleno y con completa dedicación a la búsqueda de un hombre feliz, aunque ya sabían que la tarea no resultaría fácil.
En efecto, el hombre que era rico, estaba enfermo; el que gozaba de buena salud, era pobre. Aquel, rico y sano, se quejaba de su mujer y ésta, de sus hijos.
Todos los entrevistados coincidían en que algo les faltaba para ser totalmente felices aunque nunca se ponían de acuerdo en aquello que les faltaba.
Finalmente, una noche, muy tarde, un mensajero llegó al palacio. Habían encontrado al hombre tan interesantemente buscado. Se trataba de un humilde campesino que vivía al norte en la zona más árida del reino. Cuando el monarca fue informado del hallazgo, se llenó de alegría e inmediatamente mandó que le trajeran la camisa de aquel hombre, a cambio de la cual deberían darle al campesino cualquier cosa que pidiera.
Los enviados se presentaron a toda prisa en la casa de aquel hombre para comprarle la camisa y, si era necesario –se decían- se la quitarían por la fuerza...
El rey tardó mucho en sanar de su tristeza. De hecho, su mal se agravó bastante cuando se enteró de que el hombre más feliz de su reino, quizás el único totalmente feliz, era tan pobre, tan pobre... que no tenía ni siquiera una camisa.
Se trata de procesos individuales o en grupos muy reducidos. Se estructura en sesiones personalizadas y centradas en objetivos de mejora personal. Consiste en un proceso de formación-aprendizaje que busca liberar el potencial que todas las personas poseemos, mediante un trabajo de conocimiento de uno/a mismo/a y la toma de consciencia de las propias emociones, sentimientos y pensamientos. En este proceso, se parte de la firme creencia de que la persona posee múltiples recursos para dar lugar al cambio a través de acciones concretas de mejora personal, dirigidas hacia posibilidades y alternativas futuras.
Te permitirá:
Desarrollar tu potencial personal.
Saber establecer prioridades y ejecutarlas.
El diseño de objetivos y consecución de metas.
Tomar la dirección correcta, la que tú decidas.
La interpretación positiva de la vida y los acontecimientos.
Alcanzar un nivel de bienestar y un adecuado manejo de tu vida personal.
Optimizar tus relaciones sociales y de comunicación.
Desarrollar habilidades fundamentales como la asertividad y la empatía.
La familia en su triple vertiente de entidad gnoseológica.
Fenómeno cultural y realidad científica
La familia siempre ha sido un objeto de interés fundamental. Se nos hace impensable concebir al ser humano al margen de su red de relaciones de parentesco. La familia se constituye pues como concepto central, yendo más allá de su propio carácter de fenómeno cultural y adoptando un sentido gnoseológico y epistemológico.
Así pues podemos abordar este concepto desde diversos enfoques. En primer lugar se referiría al conjunto de relaciones más inmediatas de parentesco. Sería una versión reducida de la red total de vínculos de parentesco. En este sentido, podemos observar diferencias importantes al considerarlo como fenómeno cultural que, como tal, puede ser abordado por las diversas ciencias sociales, convirtiéndolo en un constructo científico.
Por otro lado, la familia se configura como una de las categorías cognoscitivas fundamentales para estructurar la realidad que nos rodea. Ya sea entendida como línea evolucionista, como filums linneanos, como ese aire de familia de los prototipos de Rosch o del conocimiento por familiaridad de Russell, la noción de familia se constituye en instrumento esencial en la reconstrucción del mundo en el que nos encontramos. Es en este sentido en el que se puede considerar la “familiaridad” desde un punto de vista gnoseológico.
De estemodo, no hay mayor atentado para el entendimiento humano que alterar la forma en que concebimos el mundo. En nuestra sociedad, el parentesco tiene una estructura ideológica bien definida, estructura que se encuentra íntimamente imbricada con nuestra forma de entender y conocer la realidad. Nuestra herencia cultural define la familia como una estructura formada por padres, madres, hijos e hijas. Familia Nuclear, indivisible, bien reconocida en los primeros estudios de los antropólogos estructural-funcionalistas británicos como Radcliffe-Brown.
El evolucionismo ya se había encargado de defender dicha estructura nuclear frente a aquellas incivilizadas estructuras de parentesco, alejadas de las buenas costumbres propias de los países colonialistas. Los escandalizados europeos escuchaban historias de primos hermanos que contraían matrimonio, de varones que compartían una misma esposa…
Fue gracias a Franz Boas que por fin conseguimos sacudirnos de una vez por todas, esa sensación de que tan sólo lo nuestro es lo bueno, lo válido, y abrimos las puertas a una visión del otro no como objeto cosificado y deshumanizado, sino como ser humano, diferente pero igualmente digno. El etnocentrismo ha sido la rémora intelectual de nuestro mundo occidental. El pez torpedo que nos hace tropezar una y otra vez, y retrasa el avance del conocimiento. No sólo porque no nos permite otorgar validez a todo los fenómenos considerándolos meras desviaciones de una norma general, sino porque además no nos permite ampliar nuestras miras intelectuales, nuestras estructuras de conocimiento. Nos obliga a movernos por caminos intelectuales prefijados, sin dar cabida a la creatividad y la originalidad.
Y es que la familia como constructo científico y fenómeno cultural, y no sólo cómo estructura gnoseológica, es tan diversa como culturas hay en el mundo. En cada sociedad, la familia y el parentesco, adquiere un aspecto y unos matices diferentes.
Esto se ve claramente, si nos detenemos un segundo en las diferentes terminologías usadas en las distintas sociedades para organizar el parentesco. Tomemos por ejemplo, la terminología clásica elaborada por Morgan, la cual nos va a permitir ver de qué modo la forma de estructurar un fenómeno aparentemente único como es el parentesco, difiere de una sociedad a otra.
En el sistema esquimal, que paradójicamente es el nuestro también, existen términos clasificatorios y descriptivos, es decir, términos que se aplican a diferentes parientes y términos para referirse a un único pariente. Mantiene una estructura terminológicamuy similar a la nuestra, diferenciando entre tíos, tías, primos, primas, madres, padres, hijos e hijas…
El sistema sudanés contiene tantos términos como parientes hay. No establece términos para referirse a varios parientes. Sería el mejor ejemplo de terminología descriptiva.
En caso contrario corresponde a la terminología Hawaiana, que sólo posee términos que permiten distinguir parientes pertenecientes a diferentes generaciones y sexos. Así por ejemplo, todos los varones emparentados pertenecientes a una misma generación serían llamados de la misma forma. Es el ejemplo extremo de una terminología clasificatoria.
El sistema Iroqués, supondría un mezcla de términos clasificatorios y descriptivos. Por un lado distinguen sexo y generación, y por otro distinguen líneas de sangre. Poseen términos diferentes para los miembros de una misma generación y sexo, en función de su parentesco por afinidad o consanguinidad. El hermano del padre, será llamado también padre y sus hijos hermanos, y la hermana de la madre, también será llamada madre, siendo sus hijos también considerados hermanos. De aquí proviene el tabú sobre el matrimonio con los primos paralelos o primos hermanos, y la prescripción del matrimonio con los primos conocidos como primos cruzados.
Finalmente tenemos los términos Crow y Omaha. Para los Crow, los términos descriptivos predominan en el lado materno y los clasificatorios en el paterno, siendo el caso opuesto para los Omaha. Se suele asumir que los primeros son propios de sociedades matrilineales, mientras que los segundos son característicos de sociedades patrilineales.
Como vemos, diferentes culturas poseen formas diversas de estructurar las relaciones de parentesco, lo cual a su vez implica formas diversas de organizar la realidad. Para cada sociedad, la familia es un fenómeno cultural diferente, causa y a su vez consecuencia de sus categorías cognoscitivas.
El problema proviene de la incapacidad para asumir esas formas diferentes de organizar la realidad. La familia nuclear europea y anglo-sajona, no debe ser considerada como la única forma de concebir las relaciones familiares. Para autores como Robin Fox, el verdadero núcleo familiar es la relación madre-hijos. Esta relación sería el único sustrato intercultural y por tanto universal capaz de dar cuenta del parentesco. Como vemos, esta concepción es tal vez más exacta a la hora de definir un “sustrato natural” de la familia.
No debemos olvidar que la familia y el parentesco son constructos problemáticos. Su enorme diversidad dificulta enormemente su estudio. A su vez, motivos ideológicos y etnocéntricos limitan la aproximación a ella. Estas dificultades llevaron a autores como Needham o Schneider a poner incluso en duda la posibilidad de aproximarse a dicho concepto.
Su enorme diversidad como fenómeno cultural, las diferencias estructurales en su propia configuración, les hicieron pensar que las diferencias interculturales no eran más que el reflejo de una diferencia fenoménica. No es posible abordar el problema del parentesco de una forma holista, porque en realidad existen tantas familias como culturas. De esta forma desmontaron uno de los objetos principales de la disciplina antropológica.
Como vemos, esta tendencia acompaña al desarrollo de dicha disciplina. Autores como Lila Abu-Lughod en “Writing against Culture”, critica incluso el objeto más importante de la disciplina antropológica, me refiero al concepto de Cultura. Esta autora afirma que el discurso antropológico en cuanto que narra, describe y explica las diferencias culturales, ayuda a producirlas y mantenerlas. El concepto de cultura sería una forma de mantener las diferencias y reforzar las desigualdades. Parece que ha tomado el relevo del concepto de raza, en cuanto que es la nueva herramienta para definir al otro, al diferente.
No obstante, este ejercicio continuo de autocrítica, este intento por re-pensar los objetos de la disciplina, son esenciales para aproximarse a una realidad tan cambiante y variable, tanto en su dimensión sincrónica como diacrónica. Me refiero por supuesto al ser humano.
Volviendo al tema que nos ocupa, la familia debe ser entendida como una realidad cambiante, variable, expresión y a su vez elemento organizador de la realidad circundante. Categoría gnoseológica y epistemológica, a la vez que fenómeno cultural diverso.
Todo intento por simplificar dicha pluralidad conceptual supone una minimización de su complejidad y riqueza, y una muestra clara de pequeñez intelectual.
En los últimos tiempos, hemos asistido en nuestro país a una miríada de críticas y comentarios como consecuencia de los cambios legales introducidos, referentes ala nueva forma de concebir la familia y el matrimonio. Creo que el problema no radica tanto en el aspecto que las nuevas familias pueden adoptar per se, sino en cómo esta nueva forma de reorganizar la realidad choca con aquellas estructuras gnoseológicas ideológicamente predeterminadas.
Daniel Gonzalo Fernández Jerónimo
Psicólogo, Antropólogo, Sociólogo y GRAN AMIGO
Muchas gracias, Gonzalo, por mostrarnos otra forma de ver el mundo.