lunes, 12 de abril de 2010

REAL MADRID 0 – BARCELONA 2

Enhorabuena a la afición culé, no nos queda más remedio que asumir (a quienes preferimos merengue de postre) que ganaron por derecho.

Y hablando de derechos… ¿tenemos derecho a cuestionar la sexualidad de una persona? En los últimos días los comentarios acerca de la tendencia sexual de Guardiola han copado espacio en todos los diarios deportivos, en foros y páginas web; como si ello fuera relevante para el desarrollo de sus funciones como entrenador el F.C. Barcelona.
Evidentemente no puedo afirmar ni desmentir la noticia y además, ni siquiera me importa. Lo que sí me importa es esa necesidad de marcar diferencias entre las personas a colación de sus preferencias sexuales. ¿Cuántos hombres del mundo del fútbol son infieles con amantes más o menos oficiales y con prostitutas? ¿Y cuántos de ellos son noticia?

No nos engañemos, los escándalos que en su día salpicaron a Ronaldo –y compañía- por sus fiestas, tenían que ver con la bajada de su rendimiento en el campo. Si hubieran seguido en buena forma se habrían quedado en anécdotas de juventud, sin necesidad de comentar.
Tampoco podemos fingir que en mundo del fútbol, como en tantos otros, está presente el machismo y la homofobia. Más allá de esa incomprensible necesidad de los medios de saber con quién se acuesta cada uno/a; está la hipocresía de quienes se escandalizan porque alguien no quiera pronunciarse acerca de su orientación sexual.
Es fácil desde fuera pensar que ya está supera porque “total, se pueden casar”. Mi mejor amigo no puede hablar sobre su novio cuando toma un café con su jefe porque aún no tiene un contrato indefinido. Otro de mis amigos tiene que fingir soltería para que, en el banco en el que trabaja, le consideren igual que al resto y tener opciones ante un ascenso.
Por supuesto, hay que reconocer que han cambiado mucho las cosas pero reconociendo que no todo está superado. Al menos no mientras nos creamos con el derecho de convertir la orientación sexual de una persona en titular de prensa. ¿Tú que opinas?

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