martes, 2 de noviembre de 2010

La historia de Juan Sin miedo

Últimamente en mi consulta de psicoterapia me encuentro con más y más gente con miedo a vivir, a ocupar su lugar en el mundo. Hemos hablado anteriormente de los miedos en este blog, y por eso hoy no retomaré este tema. Sólo os dejaré con esta historia escrita por los Hermanos Grimm, que me acompañó de niña en uno de mis libros favoritos.

Si alguna vez has pensado o sentido que eres la única persona que tiene miedo y el resto son más valientes que tú, solo quiero que sepas que todas las personas tenemos miedos; cada una el nuestro particular. Por eso, deja de compararte con el mundo y sé tu mejor versión de ti msmo/a. Enfréntate a tu miedo, conviértete en él.


Erase una vez, en una pequeña aldea, un anciano padre con sus dos hijos. El mayor era trabajador y llenaba de alegría y de satisfacción el corazón de su padre, mientras el más joven sólo le daba disgustos. Un día el padre le llamó y le dijo:
- Hijo mío, sabes que no tengo mucho que dejaros a tu hermano y a ti, y sin embargo aún no has aprendido ningún oficio que te sirva para ganarte el pan. ¿Qué te gustaría aprender?
Y le contestó Juan:
- Muchas veces oigo relatos que hablan de monstruos, fantasmas,
y al contrario de la gente, no siento miedo. Padre, quiero aprender a sentir miedo.
El padre, enfadado, le gritó:
- Estoy hablando de tu porvenir, y ¿tú quieres aprender a tener miedo? Si es lo que quieres, pues márchate a aprenderlo.
Juan recogió sus cosas, se despidió de su hermano y de su padre, y emprendió su camino.

Cerca de un molino encontró a un sacristán con el que entabló conversación. Se presentó como Juan Sin Miedo.
- ¿Juan Sin Miedo? ¡Extraño nombre! - Se admiró el sacristán.
- Verás, nunca he conocido el miedo, he partido de mi casa con la intención de que alguien me pueda mostrar lo que es, - dijo Juan
- Quizá pueda ayudarte: Cuentan que más allá del valle, muy lejos, hay un castillo encantado por un malvado mago. El monarca que allí gobierna ha prometido la mano de su linda hija a aquel que consiga recuperar el castillo y el tesoro. Hasta ahora, todos los que lo intentaron huyeron asustados o murieron de miedo.
- Quizá, quizá allí pueda sentir el miedo, se animó Juan.


Juan decidió caminar, vislumbró a lo lejos las torres más altas de un castillo en el que no ondeaban banderas. Se acercó y se dirigió a la residencia del rey. Dos guardias reales cuidaban la puerta principal. Juan se acercó y dijo:
- Soy Juan Sin Miedo, y deseo ver a vuestro Rey. Quizá me permita entrar en su castillo y sentir a lo que llaman miedo.


El más fuerte le acompañó al Salón del Trono. El monarca expuso las condiciones que ya habían escuchado otros candidatos: Si consigues pasar tres noches seguidas en el castillo, derrotar a los espíritus y devolverme mi tesoro, te concederé la mano de mi amada y bella hija, y la mitad de mi reino como dote.
- Se lo agradezco, Su Majestad, pero yo sólo he venido para saber lo que es el miedo, le dijo Juan.
"Qué hombre tan valiente, qué honesto", pensó el rey, "pero ya guardo pocas esperanzas de recuperar mis dominios,...tantos han sido los que lo han intentado hasta ahora..."
Juan sin Miedo se dispuso a pasar la primera noche en el castillo. Le despertó un alarido impresionante.
- ¡Uhhhhhhhhh! Un espectro tenebroso se deslizaba sobre el suelo sin tocarlo.
- ¿Quién eres tú, que te atreves a despertarme? Preguntó Juan.
Un nuevo alarido por respuesta, y Juan Sin Miedo le tapó la boca con una bandeja que adornaba la mesa. El espectro quedó mudo y se deshizo en el aire.


A la mañana siguiente el soberano visitó a Juan Sin Miedo y pensó: "Es sólo una pequeña batalla. Aún quedan dos noches". Pasó el día y se fue el sol. Como la noche anterior, Juan Sin Miedo se disponía a dormir, pero esta vez apareció un fantasma espantoso que lanzó un bramido: ¡Uhhhhhhhhhh! Juan Sin Miedo cogió un hacha que colgaba de la pared, y cortó la cadena que el fantasma arrastraba la bola. Al no estar sujeto, el fantasma se elevó y desapareció.
El rey le visitó al amanecer y pensó: "Nada de esto habrá servido si no repite la hazaña una vez más". Llegó el tercer atardecer, y después, la noche. Juan Sin Miedo ya dormía cuando escuchó acercarse a una momia espeluznante. Y preguntó:
- Dime qué motivo tienes para interrumpir mi sueño.
Como no contestara, agarró un extremo de la venda y tiró. Retiró todas las vendas y encontró a un mago:
- Mi magia no vale contra ti. Déjame libre y romperé el encantamiento.


La ciudad en pleno se había reunido a las puertas del castillo, y cuando apareció Juan Sin Miedo el soberano dijo: "¡Cumpliré mi promesa!" Pero no acabó aquí la historia: Cierto día en que el ahora príncipe dormía, la princesa decidió sorprenderle regalándole una pecera. Pero tropezó al inclinarse, y el contenido, agua y peces cayeron sobre el lecho que ocupaba Juan.

- ¡Ahhhhhh! - Exclamó Juan al sentir los peces en su cara - ¡Qué miedo! La princesa reía viendo cómo unos simples peces de colores habían asustado al que permaneció impasible ante espectros y aparecidos: Te guardaré el secreto, dijo la princesa. Y así fue, y aún se le conoce como Juan Sin Miedo.



Laura

6 comentarios:

Adriana Alba dijo...

Que lindo cuento Laura!

Es cierto lo que para algunos es muy temeroso para otros un simple juego de niños!

Es bueno reconocer los miedos y tratar de superarlos!

Estamos en eso....

Besitos muchos!

Laura Rosales. Psicóloga y Experta en Terapia Familiar dijo...

Hola Patri!!
muchas gracias por tu comentario. Qué gusto compartir tanto contigo!
Un abrazo, amiga mia.


Hola Adriana!
Requiere de valentía el enfrentarse a los propios miedos, y por eso te doy la enhorabuena. Te acompaño en el proceso!
Un beso muy fuerte!!

Asun dijo...

Así es, cada uno tenemos nuestros miedos, fruto de nuestra historia particular.
Es duro enfrentarse a ellos, pero la satisfacción que se siente cuanto se vencen es inmensa. A pesar de no ser un camino fácil, merece la pena.

Besos

Laura Rosales. Psicóloga y Experta en Terapia Familiar dijo...

Bienvenida Asun!
qué razón tienes... la recompensa es grande para quien se enfrenta y vence sus miedos. Sin duda es difícil, y por eso la recompensa es para los/as valientes...
Me alegro de verte por aqui :)

Un abrazo

M.Paz Pérez-Campanero dijo...

¡Hola Laura! Me ha llamado la atención tu fantasmita y me he colado por aquí un rato a leer y he disfrutado mucho. Ando muy liada últimamente y no puedo dedicar tanto tiempo como me gustaría a mis blogs favoritos... :)

No soy una persona miedosa, más bien lo contrario, pero he de decir que en los últimos tiempos ha habido momentos en los que la ansiedad me ha ganado terreno y ha sido bastante difícil superarla.

La inseguridad en determinados momentos nos lleva a anticipar desastres que en la mayor parte de las ocasiones luego no se producen, pero en el camino lo podemos para realmente mal. Eso es lo que más miedo me da a mi: la ansiedad anticipadora que te bloquea y no te deja ver más allá...

En fin, la vida nos permite trabajar con nosotros mismos para mejorar ¿no?
Por cierto, acabo de ver tu mensaje en Facebook. En cuanto tenga un huequillo algo tranquilo te contesto ¿vale?

Un besote, Laura, y mil gracias por tus posts y comentarios...

Laura Rosales. Psicóloga y Experta en Terapia Familiar dijo...

Hola Mª Paz!
muchas gracias por compartir cómo tehas sentido recientemente.
¿Sabes lo bueno en tu caso? que has identificado lo que te pasa, y ese es el comienzo del cambbio. Sin saber lo que nos pasa, no podemos poner remedio.
Cuando la ansiedad me domina, suelo decirme: "respira hondo; en realidad haré las cosas una a una, poco a poco, dándole su momento y espacio a cada una según requiera". Y a mi me sirve.

Te mando un fuerte abrazo, amiga.
Muchas gracias por tu tiempo :)