El agradecimiento es una actitud a través de la cual damos un valor especial a las cosas agradecidas ya que así las sabemos apreciar.
Agradecer es una forma de celebrar la vida pues mediante esta técnica somos conscientes de lo valioso en nuestra existencia: de lo más simple a lo más exclusivo. El mero hecho de agradecer lo que nos rodea, provocará que siga presente o que se multiplicado ya que el agradecimiento es:
ü Una excelente manera de atraer más.
ü Nos ancla poderosamente en el presente.
ü Nos hace sentir bien.
ü El hecho de tener tantas cosas que agradecer nos hará sentir prósperos.
Podemos tener una libreta de agradecimientos donde cada vez podemos ir anotando más motivos para sentirnos agradecidos o bien podemos leer en voz alta las afirmaciones que nosotros mismos podemos crear referente a este tema. En momentos que debemos esperar, por ejemplo, mientras hacemos cola o mientras conducimos, podemos ir repasando las razones por las que vale la pena vivir y que son objeto de nuestro reconocimiento y valoración.
También podríamos tener un Diario del Positivismo donde tomar nota de aquellos pensamientos positivos que se han manifestado en nuestra vida y que nos han traído alegría y felicidad. También podemos esquematizar en ellos los principales puntos que nos permitirán recrearnos y potenciarlos en nuestra vida. Este diario nos permitirá gestionar la fuerza de nuestros pensamientos como herramientas imprescindibles para sentirnos bien y transportar este contento interior en nuestra realidad externa. De hecho, el primer paso para que las cosas funcionen afuera, empieza por alcanzar un buen estado mental de apertura, receptividad y de ilusión y si, además, lo contagiamos a los demás, mejor que mejor.
Hay que involucrarse, responsabilizarse y entusiasmarse en lo que perseguimos, pero desde el primer paso, sin ser así esclavos de la consecución final, sino sentirnos involucrados a cada momento del proceso. De este modo, valoramos y somos conscientes de cada paso del camino y no nos preocupamos y no nos dejamos agobiar innecesariamente por el resultado que pretendemos conseguir. Y lo tenemos que hacer, en primer lugar, desde dentro, desde la firme intención y creencia interna de que las cosas pueden cambiar de forma positiva. Además, abrirse a cada paso es una forma de flexibilizar el proceso pues no lo condicionamos únicamente a la consecución de nuestras expectativas, de esta manera, si es necesario cambiar algún paso o incluso modificar el objetivo, sabremos hacerlo sin sentirnos mal por ello.
Así pues, nuestra felicidad no debe depender del resultado final, sino de que cualquier ocasión resulta óptima para adoptar una visión entusiasta de nuestras experiencias y agradecerlas en cada momento. Por tanto, cada experiencia puede tener la finalidad: de ser felices y para ser feliz, hay que sentirse bien con lo que estamos haciendo. Otra de las finalidades puede ser la de alcanzar la serenidad suficiente para aceptar o cambiar los hechos, cuando no salen como esperábamos. Hacer lo que nos gusta es una manera de ser feliz y aceptar que las cosas no son siempre como deseamos, es otra. La razón de esto reside en una sabiduría sublime y misteriosa que se esconde en el sentido de la vida y que nos abre a lo inesperado de la vida y a la aceptación de que las cosas no siempre salen según lo previsto. Sin embargo, cuanta más perseverancia y fe en uno mismo, más posibilidades de conseguir nuestras metas y si, ademas, lo sabemos agradecer, mejor. La fe en uno mismo es la mejor aventura que podemos tener.
Agradecer lo que somos y lo que queremos ser, incluso, antes de que haya pasado, nos ayudará a obtenerlo. Por lo tanto, desde el momento presente, ponemos en marcha los mecanismos necesarios para mejorar nuestra realidad, agradeciendo todo lo bueno y todo lo que deseamos que se manifieste como un regalo a nuestras vidas. Eso sí, el agradecimiento también incluye agradecer que no nos pasen cosas malas y que, algunas imprevistas, que nos han dejado importantes lecciones que aprender, hayan sucedido para nuestro bien.
Artículo escrito por María Jesús Verdú Sacases
Gracias por tu generosidad, María Jesús. Es un placer contar con tus escritos.