lunes, 14 de marzo de 2011

Me doy permiso para...

Me doy permiso para... ser


Ha llegado a mi este texto que hoy quiero compartir. Dice algo fundamental: ME DOY PERMISO PARA…
  • Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia. No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
    Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
    Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.
    Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.

  • Me doy permiso para no obligarme a ser "el alma de la fiesta", el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.
    No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
    Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
    Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
    Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.

  • Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
    No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
    Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.

  • Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas.

  • Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada. Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
    Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.

  • Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
    No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.

  • Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumano.
    Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable.
    No he nacido para ser la víctima de nadie.

  • Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.

  • Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
    Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.
    Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
    Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
    Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.

  • Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida:
    no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.
    Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.
    Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
    Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.

  • Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados:
    las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.
    Prefiero las relaciones menos densas.
    Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.

  • Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
    Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir "no".

  • Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
    Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros. No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.

  • Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo "normal" y lo "anormal" en mis estados emocionales lo establezco yo.


 

10 comentarios:

Asun dijo...

En definitiva, sería darnos permiso para querernos a nosotros mismos, respetarnos y valorarnos, y no dar prioridad siempre a lo que los demás quieran de nosotros.

Una muy buena lista de permisos que no deberían ser concesiones que nos hacemos, como si fueran regalos extras, sino derechos innatos a todos los seres humanos.

Besos

Laura Rosales. Psicóloga y Coach dijo...

Es curioso cómo en ocasiones le pedimos a otras el permiso que solo nosotros o nosotras nos podemos dar...

Un fuerte abrazo, Asun.
Gracias por tu visita!!

Anónimo dijo...

Me ha gustad mucho la lectura, algunos principios me los voy a imprimir para leerlos todos los días por la mañana.

Muchas gracias!!

Katy dijo...

Hola Laura, no tenía conocimiento de este blog tuyo hasta hoy a raiz de tu comentario en el mio, ya que te sigo desde hace tiempo en el otro.
Los temas que tratas aquí me son muy familiares porque estuvimos en una Escuela de Padres primero como alumnos y después de monitores durante 10 años.
Pero siempre viene bien refrescar la memoría
Un beso

Laura Rosales. Psicóloga y Coach dijo...

Anónimo: No sabes lo que me alegra que te haya gustado el post. Cuando cuelgo estos textos y reflexiones, me mueve que las personas podamos hacer uso de ellas en el día a día y nos permitan ser cada día un poco más felices. Un fuerte abrazo.

Katy: muchas gracias por seguirme en este espacio también! tenía que haberme imaginado tu formación y experiencia por tu espacio Pasitos Cortos. Ya sabes que me encanta.
Te mando un beso enorme.
Muchas gracias por estar :)

Javier Muñiz dijo...

Hola Laura, me permito leer tus letras, me acercan a permitirme ser libre...gracias, buena atrde, besos cómplices...

Laura Rosales. Psicóloga y Coach dijo...

Sr. Don Vito! bienvenido de nuevo. Siempre un gusto tenerte en este espacio. Buenas noches permitidas...

M. J. Verdú dijo...

Gracias por compartirlo

Namaste dijo...

Me doy permiso y me permito iniciarme en tu blog con tu permiso. Amplio escrito que va directamente a nuestro propio yo. Libertad,criterio,moral,autoridad,ego,madurez...se van enlazando, cruzando para dar estructura de vida, nuestra vida. Todo lo escrito forma parte de nuestras experiencias, de las futuras...quien sabe lo que la vida nos deparará, no podemos decidir o si?. Las circunstancias nos obligaran a tomar decisiones y estas tienen un precio determinado.
La gestión de nuestras ilusiones, objetivos... es la que nos conducirá al bienestar o a la mas profunda de las frustraciones.
Aprender a escuchar es el principio para poder entender.
Desde el Mediterráneo.
Josep Mª

Laura Rosales. Psicóloga y Coach dijo...

Hola Josep Maria,
¡bienvenido! es un placer contar contigo en este viaje de crecimiento personal.

Como bien dices, la vida nos coloca frente a situaciones en las que, sí o si, decidimos tener una actitud u otra, tomar un camino o el otro, movernos o permanecer estáticos/as...
y esa decisión tiene consecuencias. Existe una responsabilidad personal que no podemos evadir.

Gracias por tan caluroso saludo y entrada al blog de la tortuga blanca.