Para hoy he querido compartir algunas reflexiones que Eduardo Punset expone en sus trabajo y que, personalmente, me parecen apasionantes. Seguro que las personas que visitáis el blog sabéis de la importancia de ser amados/as gracias a la experiencia. Ahora él nos lo demuestra con investigaciones. En ellas, Eduardo nos plantea:
- Casi todo lo que tiene que ver con el mundo emocional del bebé se decide desde que está en el vientre de la mamá y hasta los cuatro o cinco años de vida de esa criatura. Así, tanto mamás como papás debemos ser conscientes de la importancia de nuestra actuación con ellos desde el primer momento. En este sentido, leía hace poco un consejo acerca de cómo tratar a nuestros hijos e hijas: "tratadlos como os gustaría que los tratase cualquier persona de la calle". Y no es un mal consejo. Seguramente nos ayude a visualizar con mayor facilidad lo que debamos hacer.
- También habla de la necesidad de construir una autoestima adecuada de forma que pueda salir al mundo a demostrar aquello que les hemos dicho en casa: "que son los más alt@s, los más inteligentes, buen@s y valiosos..." Y esa autoestima de construye desde el primer momento mediante buenas palabras, el contacto físico positivo, la ternura en todas sus formas, la tranquilidad y las rutinas, la seguridad...
- Parece que algo que daña al bebé por encima de muchas otras cosas es el estrés. Ellos no saben gestionarlo adecuadamente porque no tienen herramientas como las tenemos las personas adultas (nos vamos a charlar con una amiga, acudimos al gimnasio...). Qué estresa a un bebé? estar alejado de su cuidador/a mucho tiempo, y en general aquellas cuestiones relativas a su supervivencia. Al fin y al cabo, él no sabe si va a sobrevivir o no: necesita de alguien que le cuide. De ahi la importancia de jugar con él, atenderlo, tocarlo, alzarlo en brazos, besarlo y generar placer y bienestar a ese nuevo ser.
- Algo que aporto yo a la luz de estas investigaciones es: ¡¡¡Qué importante es nuestro profesorado!!! Es más, ¿cómo es posible que lo descuidemos tanto y les hayamos quitado la autoridad que deberían tener? Es necesario que las personas que educan en gran medida, son ejemplo y marcan la vida de nuestros hijos e hijas tengan una amplia formación en inteligencia emocional. La necesitan para hacer una buena labor. La vocación proporciona una parte, pero la rutina, la sociedad, el estrés, puede provocar un desgaste en este área. Ayudémosles a hacer su trabajo con amor y desde el minuto 1.
- No todos los niños y niñas son iguales. Cada uno/a tiene un estilo distinto de aprendizaje, un ritmo propio de adquisición de conocimientos, de asimilarlos, etc. Y sin embargo les pedimos lo mismo en las escuelas. Personalmente, me doy cuenta de que las personas adultas imponemos modelos rígidos y poco amorosos. Y lo hacemos tanto a nuestros pequeños y pequeñas como a nuestros semejantes en edad. ¿Será que nos limitan nuestros esquemas, prisas y miedos?
Para quienes nos dedicamos a la enseñanza, a la formación y al cuidado de personas, estas claves son fundamentales. Pero es más importante que reflexionemos acerca de cómo estamos llevando a cabo nuestra labor atendiendo a los nuevos descubrimientos de la ciencia, y pongamos soluciones a aquellos que nos falta por mejorar.