El grado de desarrollo personal también es importante porque de él se deduce la capacidad de amar del individuo, en la medida en que me comprometo conmigo para ser más feliz desarrollaré estrategias vinculadas al respeto y a la estima que tendrán mucho que ver con mi forma de respetar y estimar a los demás: el tipo de amor que pueda desarrollar hacia mi propia persona será el tipo de amor que es capaz de experimentar hacía las personas que me rodean.
Si bien la elección de pareja es el comienzo de una vida compartida, es también la culminación de aspectos significativos del desarrollo individual. Poco a poco, al configurarse la intimidad de la pareja, se van compartiendo valores, intereses y formas de enfrentar la vida además de las emociones y el amor. En el momento en que llegan l@s hij@s, la pareja experimentas fuertes cambios en su relación, ya que no sólo son pareja: ahora también son familia.
La presencia del bebé en el hogar crea una constelación totalmente nueva; se origina un reajuste fundamental en la relación donde intervienen desde las nuevas emociones (inseguridad, instinto de protección) hasta las nuevas sensaciones (sueño, reajuste sexual) que afectarán a cada miembro de la pareja de forma distinta y que de nuevo tendrán que reconocerse y reajustarse en estas formas, hasta ahora desconocidas.
Por ello es importante para la pareja concederse tiempo para reconocerse en esta nueva faceta; en un momento en el que tiempo es lo parece faltar, la complicidad puede ser una herramienta que trabaje a pleno rendimiento buscando a la persona de la que nos enamoramos y reconociendo en ese nuevo papel que adopta, la esencia de que aquello que nos hizo dejar de ser un@ mism@ para apostar por la pareja. Esa esencia que se ha transformado en una nueva vida y que tiene sentido precisamente porque somos par-eja.
Patricia
No hay comentarios:
Publicar un comentario