lunes, 2 de diciembre de 2013

Lo que me iba a pasar... ¡¡y yo sin saberlo!!

Ayer fue uno de esos días en los que no te puedes ni imaginar lo que te va a suceder. Tú tienes tus planes, tu creencia, lo que tú crees que será, la apertura a lo nuevo... y luego la vida te recompensa y te recuerda que es importante estar abierta a la vida y a lo que te ofrece en respuesta a tu actitud.



Os cuento: el fin de semana pasado fue el taller Educar con Emociones. Por los comentarios de la gente que acudió, y por mi propia percepción, salió muy bien y fue muy productivo. Una pareja con la que trabajo en asesoramiento vino porque estaba interesada en la temática y me dijeron que aplicarían lo trabajado desde ese mismo día.
Bien, pues les vi ayer en sesión y no podía creer el cambio que había supuesto para ellos el haber participado en el taller. 
Tienen dos peques (de 2 y 6 años). El mayor estaba teniendo problemas en el recreo pero les estaba costando entender lo que le pasaba, tenían poca información por parte del pequeñín, le sentían bloqueado... el caso es que estaban muy preocupados. Tras acudir al taller, comenzaron a usar el tipo de lenguaje adecuado, la forma de preguntar adecuada, y en definitiva todo lo aprendido ese sábado. El resultado fue que han ayudado a que Víctor, su hijo de 6 años, se exprese con libertad, les cuente el verdadero problema y cómo se siente al respecto. Y lo mejor de todo, su hijo está poniendo remedio a lo que le pasa. ¿No es una pasada?

La mamá venía contentísima, llena de luz y sobre todo sin ese peso que traía antes: el de no poder ayudar a su hijo porque no sabía cómo. Ahora tiene herramientas para poder hacerlo y para ella ha sido comenzar una nueva etapa. 

¿Os podéis imaginar mi satisfacción y alegría al saber que mi trabajo ha contribuido a mejorar la vida de una familia? 

Esa mañana me levanté sin saber lo que me esperaba... ¡y me encantó descubrirlo!

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