Me gustaría comenzar mi andadura
en este blog (¡¡¡Gracias Laura por tu confianza!!!) haciéndoos partícipes de
las preguntas que me hago frente al espejo acerca de cómo me comporto con mis
hijos:
¿Les enseño a ser felices? ¿Es suficiente
con amarles? ¿Quiero que lleguen a ser “Alguien”, o que sepan vivir? ¿Confío en su capacidad
para crear, para aprender, para jugar, para crecer sanos?
¿Qué espero de ellos? ¿Me pongo
en su lugar? ¿Sé qué es lo que quieren, cómo y para qué?
¿Y qué pensáis de todas las
tareas que les encargamos hacer desde que nacen?, ¿En quién pensamos cuando les
hacemos una pregunta? ¿Nos dan la
respuesta que desean o la que queremos escuchar?
Mi humilde conclusión ante estas
preguntas es que es muy necesario tratar a los hijos como las personas
independientes que son. Eliminar cierto sentimiento protector y esa creencia de que son de
nuestra propiedad para permitirnos darles la libertad tan deseada por nosotros
para nosotros, escuchando sus ideas y apreciando sus avances que cada día son únicos y sorprendentes.
La
Inteligencia en ellos es algo innato y hay que alimentarla cada día para que
consigan ser felices que creo que es lo que de verdad deseamos para ellos.