El miedo se ha convertido en una de las fascinaciones de mi vida. Sí, por muy raro que suene, así es. Yo misma lo he sentido en muchas ocasiones y no puedo decir que no me visite de vez en cuando. En mi práctica profesional además puedo ver que es uno de los factores más limitantes a los que nos enfrentamos los seres humanos. Y me maravilla encontrar personas que aprenden a gestionarlo de manera adecuada y autónoma.
Hubo un tiempo en que yo misma me contaba que este tipo de personas lo hacen casi sin sufrimiento, casi como si fuese su propia naturaleza el superar situaciones complicadas. Y ¿sabes lo que he descubierto con el tiempo y mucha observación? Que no es cierto. Que sufren, y mucho; que lo pelean, que pasan por fases dolorosas y momentos de angustia. Que son normales. ¡Qué gran noticia! ¡son como tú y como yo! wow!!! absolutamente liberador... Resulta que si ellos pueden, yo también, TÚ TAMBIÉN. Así es. Sólo necesitas desearlo mucho, y ABRAZAR tu limitación. La que sea. Y el miedo poco a poco se hace pequeño. Lo que has leído: el miedo se hace pequeño poco a poco, poco a poco. Y cuando lo tienes a un buen nivel... ¡te lo zampas! Eso no significa que no vuelva a aparecer en otras áreas de tu vida. No no. El miedo nos acompaña como fiel compañero de viaje porque forma parte de nuestra especie. Es una estrategia evolutiva de adaptación. Significa que podrás repetir esta operación una y otra vez. Y tener la vida que quieras vivir.
Por eso te traigo este testimonio. Para mi es revelador. Sin más. Se trata de alguien que se pasó años sin hacer lo que más le gustaba en el mundo, atrapado en la oscuridad de si mismo, hasta que DECIDIÓ, y digo decidió porque es una decisión, ABRAZAR SU LIMITACIÓN.
No decidimos acerca de las cosas que nos da la vida, pero sí cómo las vivimos, cómo las gestionamos, y lo que haremos con ellas.
Y yo te pregunto, ¿Crecerás la próxima vez que te encuentres ante el miedo?, ¿Crecerás cuando te encuentres con una limitación?
Para mi la CLAVE está en no preguntarse "¿por qué me pasa esto a mi?" sino "¿cómo puedo...?". Ahí es donde comienza la solución de tu historia.
Una vez más... ¡feliz aprendizaje!