Para mi es un placer escribir el post de hoy. Una nueva persona ha llegado a este mundo y no puedo hacer otra cosa que celebrar su existencia, su olor, su tacto, todo su ser. Y pensando en lo importante de celebrar este tipo de acontecimientos, me recordaba a mi misma la importancia de celebrar cada cosa buena que nos ocurre en la vida. Me viene a la memoria un caso en terapia que me marcó por su incapacidad para disfrutar de los logros y de los acontecimientos positivos que le ocurrían. Esta persona solo atendía a las dificultades que, una vez superadas, no tenían ningún valor y su superación no significaba nada. Volvía la queja y el dolor por una vida llena de obstáculos.
Celebrar la vida aumenta nuestra autoestima, nos alienta a seguir nuestro camino con alegría y confianza. Nos recuerda que no solo nos suceden cosas malas, y nos devuelve una imagen luminosa de nuestra existencia. Celebrar la vida supone premiarnos cuando nos lo merecemos y dedicarnos tiempo. Además, es signo de que vivimos el presente con intensidad y de forma consciente.
Adrián, este post es para ti. Porque eres grande siendo tan pequeño, porque nos has inundado de alegría, porque has aliviado el peso de tu madre y le has dado alas para soñar... Eres bonito todo tú y has hecho más bonita la vida. Gracias por existir.